lunes, 22 de abril de 2013

Eugenia, mi muñeca de trapo



Eugenia es una muñeca de trapo, alta y con el porte de una púber, con aspecto inocente y de gran recato, con  enormes y expresivos ojos azules, como el cielo al amanecer, de labios color carmín  y mejillas sonrojadas cual doncella primaveral,  vestida al estilo de una dama de antaño, con un traje de flores del que sobresalen sus enaguas,  sobre su cabeza un gorro haciendo juego con su atuendo y cabellos rosa trenzados con cintas color verde agua.
Eugenia es una muñeca que alguna vez una niña, sintiéndose ya mujer, dejó en un rincón olvidada y que  más tarde una mujer soñadora, sintiéndose niña quiso tomar por compañera, para decorar, en ocasiones, su cama y en otras su mecedora; y es allí donde comienza este relato:
Durante el día Eugenia permanece plácidamente sentada en una poltrona sin inmutarse mientras en su regazo sostiene un palo de lluvia, que en algún tiempo un cuenta cuentos, le regaló a su ama, y que al llegar la penumbra de manera casi imperceptible, ella suavemente al mecerse hace sonar, haciendo que de él fluyan las dulces notas de la lluvia al caer, propiciando  con este singular sonido, las condiciones perfectas para que su dueña se duerma profundamente, y en este estado, Eugenia aprovecha para fugarse e ir al encuentro con su amor furtivo, con el que se hace cita cada noche para recorrer junto a él, cualquier playa paradisiaca, alguna estancia de flores o tal vez volar  por un cielo cargado de estrellas, logrando así hacer realidad los sueños aprisionados  en su estructura de trapo . Ambos huyen del bullicioso mundo, de la envidia y la falsedad o de los hipócritas que hablan del amor pero nunca lo han sentido vibran en su corazón. En medio del silencio y la oscuridad, son libres de los prejuicios que la sociedad impone  para controlar a quienes  solo  quieren ser cautivos de sus nobles sentimientos y de sus particulares emociones, con un proyecto único, el de no dejar escapar el momento que se les ofrece como el perfume de una flor.  Juntos, quizás  viajen a la tierra de nunca jamás para encontrarse con Peter Pan o tal vez irán en busca de Alicia al país de las maravillas, para vivir intensamente un cuento de hadas, antes que comience a rayar el alba, transformando en realidad, todo lo inimaginable pero estupendo, que ser alguno pueda concebir, sin  presiones, ni compromisos que obliguen, solo lo que marca el corazón.
 Al aproximarse la aurora, cuando comienza asomarse el nuevo día,  Eugenia debe regresar a  su habitación,   sentarse en la mecedora y retomar su condición, antes que su ama despierte y note su ausencia.
Cada mañana la señora, al levantarse observa todo a su alrededor,  mira su muñeca y contempla en su rostro una sonrisa placentera, como la que muestran  quienes  disfrutan  intensamente cada instante de la vida, sin imaginar la travesía que cada noche Eugenia osa experimentar. En ocasiones su amado no se presenta al encuentro y ella, tranquila, mira el firmamento  desde  la ventana, esperando que  algún  destello de luz revele su presencia o le traiga algún mensaje, y al no tener señales de él, Eugenia se deja llevar en los brazos de Morfeo hasta el mundo de los sueños, donde seguramente él la estará esperando, ansioso por protagonizar un nuevo y maravilloso cuento de muñecos de trapo.

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