lunes, 11 de mayo de 2015

El jardinero y la flor

Cuentan que en cierta ocasión, frente a una huerta un caballero pasó y aunque absorto en sus pensamientos, de pronto se encontró con los ojos de una dama que allí sentada contemplaba el atardecer; ambas miradas se cruzaron y una chispa de luz se encendió, para iluminar el escenario de dos almas que buscaban la platea para actuar en la obra que les pedía el corazón. Fue así como aquel hombre se vistió de jardinero pues como a una flor a la dama percibió, y ella a su propuesta, no se resistió, por lo que ambos aceptaron vivir la experiencia, que para ellos la vida les ofreció y sin más preámbulos, el telón sencillamente se levantó, dando inicio a la presentación, donde no habían espectadores, ni tampoco un director, solo un jardinero y una flor. La interpretación era tan buena que los personajes se fusionaron con su actuación hasta perder la noción del tiempo y espacio que tenían para la ejecución; y cómo no envolverse en esa magia si aquel actor puso tanto esmero, que la dama se olvidó de la escena y en planta se convirtió, para aceptar las atenciones que su cuidador le brindaba, mientras ella le regalaba el aroma que de sus pétalos brotaban, aunque ella sabía que un día el telón bajaría y el final de la obra marcaría la brecha entre la realidad y la fantasía, no se resistió a vivir la ilusión que su ser envolvía.

Llegó el momento en que el caballero su camino debía seguir pero no le resultaba fácil concluir su actuación y solo se le ocurrió decir: “ser jardinero es una labor maravillosa y sin duda es usted mi bella dama una hermosa flor que merece especial atención, pero la verdad es que yo… yo jardinero no soy” y terminando de decir estas palabras, se desprendió del traje que usó en su actuación, y con un dejo de tristeza le dio un beso a la flor para que ella también pudiera retomar su condición. Se apagaron las luces que señalaban el final de la obra, mientras los bastidores cubrían el ambiente donde se presentó una función, una función para soñadores, que creyeron en el embrujo del amor y el poder de la imaginación.

Ha pasado el tiempo y aun él no sabe si en verdad no es jardinero y ella si ha dejado de ser una flor.

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