miércoles, 24 de abril de 2013

Mirando mi pueblo



Caminando por las calles de mi pueblo amado
miraba yo el cielo de azules matizado,
recordaba cuando de niña, mi paso mesurado
recorría los espacios que hoy se han transformado.
No hace mucho tiempo mi terruño era llamado
Jardín de Carabobo, tierra de naranjas sembrado,
un clima sin igual, gente amable y de mucho  agrado,
mujeres  bellas, que lucían cual capullos en flor,
hombres de gran prestancia y de noble corazón.
Cuna de grandes personas, con arraigo y distinción.
Era mi pueblo Bejuma motivo de admiración,
que hoy observo con  singular preocupación.
Calles plagadas  de basura y huecos de gran dimensión,
por todos lados se siente olor a contaminación,
amén de muchos problemas que causan depresión
a quienes  a diario esperan una oportuna solución.
Con gran sentimiento yo me pregunto:
¿Dónde se han ido los políticos que nacieron en mi región?
¿A qué lugar del cuerpo se les ha ido el  corazón?
¿Será que puede más el dinero que el amor por  la conservación
de nuestra querida Bejuma , que ya no aguanta más desidia
y mucho menos… otra traición?

lunes, 22 de abril de 2013

Eugenia, mi muñeca de trapo



Eugenia es una muñeca de trapo, alta y con el porte de una púber, con aspecto inocente y de gran recato, con  enormes y expresivos ojos azules, como el cielo al amanecer, de labios color carmín  y mejillas sonrojadas cual doncella primaveral,  vestida al estilo de una dama de antaño, con un traje de flores del que sobresalen sus enaguas,  sobre su cabeza un gorro haciendo juego con su atuendo y cabellos rosa trenzados con cintas color verde agua.
Eugenia es una muñeca que alguna vez una niña, sintiéndose ya mujer, dejó en un rincón olvidada y que  más tarde una mujer soñadora, sintiéndose niña quiso tomar por compañera, para decorar, en ocasiones, su cama y en otras su mecedora; y es allí donde comienza este relato:
Durante el día Eugenia permanece plácidamente sentada en una poltrona sin inmutarse mientras en su regazo sostiene un palo de lluvia, que en algún tiempo un cuenta cuentos, le regaló a su ama, y que al llegar la penumbra de manera casi imperceptible, ella suavemente al mecerse hace sonar, haciendo que de él fluyan las dulces notas de la lluvia al caer, propiciando  con este singular sonido, las condiciones perfectas para que su dueña se duerma profundamente, y en este estado, Eugenia aprovecha para fugarse e ir al encuentro con su amor furtivo, con el que se hace cita cada noche para recorrer junto a él, cualquier playa paradisiaca, alguna estancia de flores o tal vez volar  por un cielo cargado de estrellas, logrando así hacer realidad los sueños aprisionados  en su estructura de trapo . Ambos huyen del bullicioso mundo, de la envidia y la falsedad o de los hipócritas que hablan del amor pero nunca lo han sentido vibran en su corazón. En medio del silencio y la oscuridad, son libres de los prejuicios que la sociedad impone  para controlar a quienes  solo  quieren ser cautivos de sus nobles sentimientos y de sus particulares emociones, con un proyecto único, el de no dejar escapar el momento que se les ofrece como el perfume de una flor.  Juntos, quizás  viajen a la tierra de nunca jamás para encontrarse con Peter Pan o tal vez irán en busca de Alicia al país de las maravillas, para vivir intensamente un cuento de hadas, antes que comience a rayar el alba, transformando en realidad, todo lo inimaginable pero estupendo, que ser alguno pueda concebir, sin  presiones, ni compromisos que obliguen, solo lo que marca el corazón.
 Al aproximarse la aurora, cuando comienza asomarse el nuevo día,  Eugenia debe regresar a  su habitación,   sentarse en la mecedora y retomar su condición, antes que su ama despierte y note su ausencia.
Cada mañana la señora, al levantarse observa todo a su alrededor,  mira su muñeca y contempla en su rostro una sonrisa placentera, como la que muestran  quienes  disfrutan  intensamente cada instante de la vida, sin imaginar la travesía que cada noche Eugenia osa experimentar. En ocasiones su amado no se presenta al encuentro y ella, tranquila, mira el firmamento  desde  la ventana, esperando que  algún  destello de luz revele su presencia o le traiga algún mensaje, y al no tener señales de él, Eugenia se deja llevar en los brazos de Morfeo hasta el mundo de los sueños, donde seguramente él la estará esperando, ansioso por protagonizar un nuevo y maravilloso cuento de muñecos de trapo.

domingo, 21 de abril de 2013

Postergando el Vuelo


Rumbo al ocaso una doncella, un prado florido su vista impresionó y mientras admiraba su belleza, un caballero andante su paso interceptó.
Le habló del amor, del brillo de la luna, de la magia de la lluvia y también del misterio que encierra el canto del ruiseñor y rodeándola con un manto de sueños  su atención atrapó.
¡Qué interesante!  Ella se decía: “Señor, que ocasión tan particular  tu benevolencia me reservó” y envolviéndose en su magia a su lado caminó.
Junto a él  miraba como el río viajaba entre las piedras, también pudo observar la estela de luz dejada por las luciérnagas en medio de la noche o la maravilla de un amanecer entre besos, igual logró presenciar la danza de las mariposas de flor en flor.
Pasaban los días y en su rostro una sutil sonrisa mostraba.
Compartieron juntos campos soleados  como también nublados senderos, que a sus corazones sin duda enriquecieron.
“Sueña mi linda sueña “, con frecuencia le decía, que Dios tus deseos complacerá”.
Así se daban cita cada atardecer, sin exigencias, sin rejas para atrapar, ni muros para limitar, hasta que un día  la doncella vio a su amado alejarse y observándolo a la distancia pudo notar  que de sus brazos dos alas brotaban y al volver a su lado logró constatar, que él no era un simple mortal, sino un ser que algún  mago, de humano había disfrazado y que por su sendero debía atravesar ; en aquel instante ella sorprendida y con gran admiración, profetizó al caballero de su corazón y mirándolo a los ojos estas palabras pronunció:”cuánto me has impresionado con tu presencia de hoy  amado mío, eres un águila blanca con portentosas alas que te han de elevar  por senderos de luz, por rutas de fantasía donde no te puedo acompañar, pero muy feliz me harías de saberte remontando el vuelo,  alto, muy alto, cerca de las estrellas y que desde aquí tu brillo me permitas admirar; él guardó silencio y por  respuesta, abrió sus alas encerrándola con un cálido abrazo que a la dama estremeció.
Así continuaron encontrándose algunas veces más y cuando las circunstancias lo impedían con un lucero o alguna cigarra su mensaje lograba enviar.
Al pasar de algún tiempo, el caballero se empezó a ausentar y la dama ya sabía que su retiro estaba por llegar, pero al momento de  despedirse vio  que una de sus alas sangraba y caminaba con pesar, entonces ella lo miró con tristeza, pues supo que su viaje por el infinito debía retrasar y con un dejo de congoja lo dejó marchar. Ahora la dama al cielo eleva una plegaria y a su Creador se dirige así:
“Señor sana sus alas para que pueda su vuelo realizar, mantén su corazón libre de las miserias que le han de asechar, permite que su magia a su espíritu pueda resguardar”.
Y desde entonces, allí a la vera del camino se ve a la doncella transitar, con flores en los cabellos y una sonrisa particular, también lleva en su mano un cordel dorado con  sueños atados que espera para echarlos a volar, en el  corazón por compañía solo lleva su paz y en su ser un aprendizaje más.